Introducción

Recopilación de descarrilamientos y choques en el mundo citando la fuente y créditos fotográficos. Sitio sin fines de lucro.
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París 1988

En la Gare de Lyon

Un tren sin control se precipitó contra otro, abarrotado de viajeros, que esperaba la salida en una de las estaciones francesas más concurridas. ¿Fue un error del maquinista, un mal funcionamiento del sistema, o toda una trágica serie de circunstancias lo que condujo al peor accidente ferroviario ocurrido en París?
Las siete de la tarde del lunes 27 de junio de 1988 era todavía hora punta para la parisina Gare de Lyon, llena de viajeros que regresaban a sus casas después de un día de trabajo o una tarde de compras en la capital. El horario no se cumplía y los trenes circulaban con cierto retraso.
Debajo de la famosa estación de la línea principal hay una pequeña terminal del suburbano con dos andenes centrales que dan acceso a cuatro vías. Todo ello hace de la Gare de Lyon una de las estaciones más concurridas de la red ferroviaria francesa.
Junto a la entrada de la estación del suburbano, una serie de travesías permiten a los trenes de cualquiera de las dos líneas entrar o salir por cualquiera de las vías. Estas travesías están todas al mismo nivel, de forma que un tren que atraviese cualquier parte del trazado bloquea el itinerario de los demás.
Los antecedentes
Las vías de acceso procedentes de los empalmes con la línea principal tienen fuertes rampas (de 29 a 40 milésimas por metro), así que los maquinistas deben mantener controlada la velocidad. Viniendo del sur, el límite disminuye gradualmente de 120 km/h. a los 60 km/h. obligatorios a un kilómetro de la estación, pero al aproximarse a los andenes los trenes tienen que reducir a 40 km/h.
En la zona de la estación correspondiente al suburbano, el tren de las 19:04 con destino a Melun -el número 153951- no pudo efectuar su salida de la vía 2, andén B, hasta las 19:10. Estaba lleno hasta los paragolpes debido a una cancelación anterior, así que, además de la demora, el viaje iba a ser bastante incómodo.
Justo antes de las 19:10, el tren número 153346 procedente de la Forté-Alais, que tenía que haber llegado a las 18:50, se acercaba desde el empalme con la línea principal y le fue asignada la vía 4, andén B. El retraso se debía a que alguien pulsó el freno de emergencia en un tren anterior, el número 153944 procedente de Melun, provocando una larga espera en Vert-de-Maisons, a unos 8 kilómetros. Este tren llegaba a la estación del suburbano por la vía 2A, pero en esta oportunidad se le asignó la vía 1, andén A.
Gare de Lyon, 27 de junio de 1988 (*)
















(*) Los servicios de emergencia trabajaron toda la noche. En condiciones muy difíciles y sin apenas espacio para maniobrar, se afanaron para liberar a los pasajeros atrapados entre los restos del tren de las 19:04 hs. con destino a Melun, que se encontraba estacionado esperando la salida. Entre las víctimas se encontraba el maquinista, que tras recibir por radio el aviso de la inminente catástrofe permaneció en el tren tratando de evacuar a los pasajeros.

Fuera de control 
Algo falló en el tren 153944. A medida que se aproximaba a las agujas situadas a 2 km de la estación, el maquinista hizo uso del freno reostático para reducir a la velocidad exigida de 60 km/h.
Por debajo de una velocidad determinada, y dependiendo de la importancia de la rampa, los frenos reostáticos resultan menos eficaces, por lo que no se pueden emplear para detener el tren. El freno principal es el de aire comprimido, normalmente a prueba de fallos, que bloquea las ruedas para conseguir una detención rápida o reducir la velocidad del tren a niveles por debajo de aquéllos a los que operan los primeros.
Cuando el maquinista aplicó el freno de aire comprimido para aminorar la velocidad en la fuerte rampa de bajada, se dio cuenta de que no producía ningún efecto. Lo volvió a intentar, seguía sin funcionar. La velocidad del tren al aproximarse a la Gare de Lyon parecía aumentar. El tren estaba fuera de control.
"Los frenos han fallado"
El maquinista envió por radio al Centro de Control de agujas que manda la estación del suburbano este mensaje: "Los frenos han fallado; despejen la estación". A través de la megafonía del tren, dijo a los pasajeros de los coches delanteros que se dirigieran a los de la cola. No pudo hacer nada más. El tren se precipitó pendiente abajo hacia la estación. En ese momento, el convoy procedente de La Ferté-Alais atravesaba las travesías en su camino hacia el andén, bloqueando el pasavías.
El tren fuera de control, encabezado por un pesado coche motor, partió en dos como si fuera un abrelatas al más ligero coche motor del tren estacionado, convirtiendo en un amasijo de chatarra las planchas de metal ondulado de la carrocería y el techo.
A pesar del aviso por radio (tren-tierra), no hubo tiempo suficiente para evacuar a los pasajeros del tren estacionado. Inevitablemente, el número de víctimas fue muy elevado: 59 muertos y 32 heridos de diversa consideración. El maquinista del tren causante de la tragedia, aunque resultó herido, sobrevivió. El del otro tren, que hasta el último instante siguió tratando de evacuar a los pasajeros, estaba entre los fallecidos.
A pesar de su fortaleza, la estructura ligera de los coches no resistió el tremendo impacto del tren fuera de control que se abalanzó sobre ellos a más de 70 km/h. El hecho de tratarse de un espacio cerrado dificultó aún más las tareas de rescate.
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¿Qué ocurrió?
Alguien había pulsado el botón de alarma en el segundo coche del 153944, provocando una detención imprevista en la estación Vert-de-Maisons. Después de las comprobaciones oportunas, el maquinista descubrió que en realidad no se trataba de ninguna emergencia. ¿Fue un acto de vandalismo o alguien, haciendo el loco, provocó el retraso a propósito?.
Fuera cual fuese el motivo no llegó a descubrirse, y además el maquinista tuvo dificultades para desactivar la alarma. Para ello hay que manipular una palanca situada en el exterior, en un extremo del coche en cuestión, sobre la puerta de comunicación con el adyacente. El tren permaneció detenido 26 minutos. Aparentemente el maquinista no pudo desbloquear el freno. Una forma de hacerlo es tirar del cable de desbloqueo en cada cilindro de freno. También es posible aislar los frenos de cada coche girando una válvula de aislamiento. La conducción general que recorre cada coche también tiene válvulas de este tipo, generalmente en cada extremo, para permitir la desconexión. Pero si una de ellas está cerrada, los frenos de los coches situados detrás quedan desconectados, no respondiendo a las órdenes del maquinista.
Tras el accidente se descubrió que la válvula estaba cerrada, por lo que los frenos situados detrás de ella no podían funcionar. Se suponía que el maquinista la había manipulado en Vert-de-Maisons, pero en realidad no supo decir lo que había hecho. Si hubiera cerrado la válvula del coche motor, habría dejado sin frenos a los otros siete coches. Alguien había pulsado el botón de alarma en el segundo coche del 153944, provocando una detención imprevista en la estación Vert-de-Maisons. Después de las comprobaciones oportunas, el maquinista descubrió que en realidad no se trataba de ninguna emergencia. ¿Fue un acto de vandalismo o alguien, haciendo el loco, provocó el retraso a propósito?.
Fuera cual fuese el motivo no llegó a descubrirse, y además el maquinista tuvo dificultades para desactivar la alarma. Para ello hay que manipular una palanca situada en el exterior, en un extremo del coche en cuestión, sobre la puerta de comunicación con el adyacente. El tren permaneció detenido 26 minutos. Aparentemente el maquinista no pudo desbloquear el freno. Una forma de hacerlo es tirar del cable de desbloqueo en cada cilindro de freno. También es posible aislar los frenos de cada coche girando una válvula de aislamiento. La conducción general que recorre cada coche también tiene válvulas de este tipo, generalmente en cada extremo, para permitir la desconexión. Pero si una de ellas está cerrada, los frenos de los coches situados detrás quedan desconectados, no respondiendo a las órdenes del maquinista.
Tras el accidente se descubrió que la válvula estaba cerrada, por lo que los frenos situados detrás de ella no podían funcionar. Se suponía que el maquinista la había manipulado en Vert-de-Maisons, pero en realidad no supo decir lo que había hecho. Si hubiera cerrado la válvula del coche motor, habría dejado sin frenos a los otros siete coches.
La carrocería del coche de cabeza del tren que estaba detenido quedó hecho un acordeón tras el choque. Si hubiera sucedido al aire libre, los coches podrían haberse desplazado. En este caso, las paredes y andenes los evitaron, multiplicando la fuerza del impacto.
¿Cuál fue el error?
Un fallo en el freno de aire comprimido del tren Nº 153944 procedente de Melun. La válvula de aislaniento de la conducción general del tren estaba cerrada, dejando sin frenos al resto de los coches. El conductor tal vez la cerrara cuando desbloqueó los frenos después de que alguien pulsó con mala intención el botón de alarma.
La mayoría de las víctimas pertenecían al tren que estaba detenido; el coche de cabeza quedó terriblemente dañado por la embestida del coche motor del tren fuera de control, mucho más pesado, que arrolló todo lo que encontraba a su paso en la terminal del suburbano, dando lugar al peor accidente ocurrido en una estación de París.
Propuestas de seguridad
Tras la catástrofe parisina de 1988, los responsables de la investigación del accidente decidieron que, cuando se reconstruya la ruta que pasa bajo la Gare de Lyon para convertirla en una estación de enlace directo con la red del suburbano expreso de París, se reserve siempre un andén para prevenir la contingencia de un tren fuera de control. Pero la recomendación fue desechada por no resultar del todo práctica.  
Medidas adoptadas
La propuesta más importante fue la creación de un sistema de señalización en cabina y supervisión de la velocidad, como forma automática de protección del tren. Se eliminaron las válvulas de aislamiento en los trenes eléctricos del tipo implicado en el accidente para que los frenos nunca pudiesen quedar inutilizados.
Se amplió el período de formación obligatorio para mejorar la concentración del maquinista en las situaciones de emergencia; es decir, que sepa con certeza qué debe y que no debe tocar, así como lo que sucedería si conecta o desconecta el dispositivo inadecuado.
Fuente: El Mundo de los Trenes - Ediciones del Prado S.A. 1997 - Madrid (España)

Choque de trenes en Carolina del Sur

4 de febrero de 2018

Fue entre un tren de pasajeros y otro de mercancías, en Cayce.

Al menos dos personas han muerto y más de 16 han resultado heridas en un choque de un tren de pasajeros y otro de mercancías en Cayce, en Carolina del Sur, según ha informado el Departamento del Sheriff del condado de Lexington. El accidente se produjo este domingo a las 7 de la mañana, hora en Argentina. "Dos muertos y más de 50 heridos tras una colisión de trenes en Cayce, Carolina del Sur. Dos víctimas mortales en el tren de pasajeros que ha chocado con uno de mercancías. Los servicios médicos del Condado de Lexington han transportado a más de 50 heridos", ha informado el departamento del sheriff en un su cuenta oficial de Twitter. El gobernador Henry McMaster dijo que las dos personas que fallecieron eran empleados de la compañía estatal de trenes interurbanos, Amtrak. Agregó que, al parecer, el tren de pasajeros iba a unos 36 kilómetros por hora. Steve Shelton, médico en el hospital Palmetto Health, a donde fueron trasladados los heridos, informó que hay un paciente en estado crítico y dos en condición seria. Las heridas sufridas por el resto de las personas iban de rasguños a fracturas.


Numerosos agentes del departamento del sheriff se encuentran desde primeras horas de la mañana en el lugar del accidente para garantizar la seguridad. "Agentes de Seguridad Pública y de control de tráfico gestionan ya las vías cercanas y están trasladando a los pasajeros a un refugio seguro", ha añadido el departamento policial. El vocero policial del condado de Lexington, Adam Myrick, confirmó que las personas que no estaban heridas fueron llevadas en patrullas a un refugio. "Sabemos que están bastante conmocionados. Sabemos que esto es como ninguna otra cosa que hayan pasado. Así que queríamos sacarlos del frío, sacarlos del clima, llevarlos a un lugar cálido", dijo. 


El choque se produjo a unos 16 kilómetro al sur de Columbia, donde varias vías se separan para que los vagones de mercancías descarguen. Hasta este domingo por la tarde, las autoridades no habían determinado si ambos trenes se estaban moviendo o si el tren de Amtrak se desvió a una vía lateral.

Fuente: Clarin.com | Agencias

Accidente en Sudáfrica

Colisión e incendio

4 de enero de 2018.- La formación habría chocado contra un camión, y luego se prendió fuego. Iba de Port Elizabeth a Johannesburgo.


Al menos cien personas resultaron heridas y otras 14 murieron este jueves en un accidente de tren cerca de Kroonstad, en el centro de Sudáfrica.
Los servicios de emergencias, que trabajan en la zona del accidente, confirmaron la cifra de 14 muertes, número que podría aumentar en las próximas horas, confirmó el portavoz del Servicio de Emergencia Netcare 911, Tebogo Magoro.


Un video del siniestro, registrado entre las localidades de Hennenman y Kroonstad en la provincial de Free State, mostró al menos un vagón en llamas del que salía humo. Además podía verse a varios pasajeros con su equipaje a un lado de la carretera, cerca del tren.


El accidente tuvo lugar alrededor de las 9.15 hora local (4.15 en Argentina) y pudo deberse a una colisión entre el tren y un camión, según apuntan los primeros informes del Servicio de Emergencias.


Varios testigos compartieron en las redes sociales fotos de varios vagones del tren descarrilados y envueltos en llamas. Miembros de los servicios de emergencias se han trasladado a la zona .


El tren, que transportaba a 713 pasajeros en el momento del accidente, viajaba de Port Elizabeth a Johannesburgo y colisionó en un punto entre las ciudades de Hennenman y Kroonstad, en Estado Libre.


Fuente: Clarín Mundo | EFE | AFP | Fotos sitios web.

Choque en Alemania

Ocurrió en la localidad de Meerbusch el 5 de diciembre de 2017 entre un tren de pasajeros y otro de mercancías que se encontraba detenido.
Un total de 47 personas resultaron hoy heridas, tres de ellas graves, en la colisión de un tren de pasajeros y un convoy de mercancías en la localidad de Meerbusch (oeste de Alemania), cerca de Düsseldorf. Según el recuento final del cuerpo de bomberos de Meerbusch, de los 155 ocupantes del tren de pasajeros siniestrado, 47 personas resultaron heridas, tres de ellas de gravedad. 

El suceso se produjo a las 19.30 hora local (18.30 GMT), cuando un convoy regional de la línea RE7 (que une las localidades de Neuss y Krefeld) operado por la empresa "National Express" colisionó contra un tren de mercancías de la compañía DB Cargo que se encontraba parado, informó la Deutsche Bahn (DB), el principal operador ferroviario alemán. Un portavoz de "National Express" aseguró al diario "Bild" que el maquinista "percibió un obstáculo en la vía y accionó inmediatamente el freno de emergencia", para a continuación abandonar la cabina e instar a los pasajeros del primer vagón a que corriesen a la parte trasera del convoy.
Lukas Kehler, un joven de 19 años que viajaba en el tren accidentado, explicó en declaraciones a la televisión regional pública "WDR" aún desde dentro del tren que el fuerte impacto hizo que varias personas de su vagón cayesen al suelo, aunque señaló que no se vivieron escenas de pánico.Las operaciones de rescate de las personas atrapadas en el tren se vieron en un primer momento dificultadas por la rotura del tendido eléctrico, con cables colgando de forma peligrosa sobre el convoy, aunque los técnicos de DB desconectaron la tensión para las 21.15 hora local (20.15 GMT).
A partir de entonces los bomberos pudieron acceder en condiciones de seguridad al interior del tren y ayudar a los viajeros a abandonar el vehículo, que pese al fuerte impacto no descarriló. El propio maquinista fue rescatado ileso, aunque en estado de shock por lo sucedido, destacó la Policía Federal alemana. Al lugar de los hechos se ha desplazado un importante dispositivo de la policía del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, así como numerosos equipos de bomberos de la zona y de los servicios de emergencia. El diario "Bild" informó del empleo de un helicóptero para la evacuación de las víctimas.
La canciller alemana, Angela Merkel, sigue con atención la evolución de los acontecimientos relacionados con el siniestro en Meerbusch, aseguró a través de la red social Twitter el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert. "Esperamos que todos los heridos puedan ser atendidos con prontitud. Gracias por el dispositivo de los equipos de emergencia", escribió el portavoz. El tren de pasajeros pertenece a la compañía National express. La Deutsche Bahn privatizó en estos últimos años varias de sus líneas regionales.
Fuente: Sitios web | Agencias EFE - AFP

Choque tren y autobus en Rusia

El accidente ocurrió a unos 110 kilómetros de Moscú.

06/10/17.- Según la antena regional del ministerio de Interior, el autobús se averió en el momento en que cruzaba un paso a nivel cuyo semáforo estaba en rojo. No hubo víctimas entre los pasajeros del tren. Al menos 16 personas murieron este viernes de madrugada en una colisión entre un autobús y un tren en la región de Vladimir, al nordeste de Moscú, anunciaron las autoridades regionales.

El accidente ocurrido cerca de la ciudad de Pokrov.
El comité de investigación ruso corrigió a la baja su primer balance de 19 muertos entre los pasajeros del autobús. Los servicios de salud habían dado el mismo saldo preliminar. "Los otros pasajeros, varios de ellos menores de edad, fueron hospitalizados", precisó el comité de investigación. El accidente ocurrió unos 110 kilómetros de Moscú. Según la antena regional del ministerio de Interior, el autobús se averió en el momento en que cruzaba un paso a nivel cuyo semáforo estaba en rojo. Un tren procedente de San Petersburgo y con destino a Nizhni-Novgorod lo embistió a las 03H29 (00H29 GMT), según la misma fuente."No hubo víctimas entre los pasajeros del tren", señaló el ministerio del Interior, que publicó imágenes que mostraban los restos del autobús destrozado cerca de una vía de tren.

El lugar del accidente.
El autocar tenía matrícula kazaja, declaró un portavoz del ministerio de Situaciones de Emergencia a la televisión rusa. Por lo menos 37 personas resultaron heridas, informó este ministerio. El ministerio kazajo de Relaciones Exteriores precisó que los dos conductores, uno de los cuales murió, eran kazajos. "Había 55 ciudadanos uzbekos en el autobús", afirmó por su parte la agencia Interfax. Los accidentes de autobús son habituales en Rusia. A finales de agosto, 17 personas murieron en el sur del país cuando un autobús que transportaba a obreros que trabajaban en la construcción de un espigón se precipitó al mar Negro.
Fuente: Infobae.com | Reuters, AFP

Choque en Andermatt (Suiza)

Se produjo mientras se efectuaban maniobras.

Ginebra 11/09/17.- Al menos 30 personas resultaron heridas en un accidente de tren que se produjo hoy en una estación en Andermatt, en el centro de Suiza, informaron las autoridades policiales y ferroviarias. El accidente se produjo sobre las 11.30 hora local (13.30 GMT) cuando se registró una colisión durante una maniobra ferroviaria de un tren regional de la compañía Cervino-Gotardo, compuesto por una locomotora y cinco vagones. La policía del cantón de Uri explicó en un comunicado que la locomotora tenía que colocarse desde la parte trasera del tren a la delantera y para ello debía desplazarse por una vía paralela y, por razones que aún se desconocen, en esta maniobra se produjo la colisión. En el tren se encontraban 100 pasajeros y en el accidente resultaron heridas unas 30 personas, indicó la policía. Ningún pasajero sufre heridas de extrema gravedad, recalcaron las autoridades, que señalaron que la policía cantonal ha asumido la investigación del accidente. En el lugar de la colisión se encuentran bomberos y equipos de emergencia de Andermatt, los responsables de la compañía ferroviaria Cervino-Gotardo y la Policía cantonal.

La formación involucrada en el choque
Un accidente de tren en la estación de tren de Andermatt (Suiza) ha ocasionado al menos 30 heridos, según información policial citada por la agencia Reuters. La población es una villa de unos 1.400 habitantes situada en el corazón de los puertos alpinos suizos, en el centro sur del país. El tren siniestrado, formado por una locomotora y cinco vagones, transportaba unos 100 pasajeros. "No hay heridos en situación crítica", ha comunicado el portavoz de la policía regional a la agencia AFP. La locomotora viajaba a una velocidad de entre 15 y 20 kilómetros por hora y los daños han sido menores, según ha explicado el agente.  El accidente se ha producido a las 11.28 durante una maniobra de la locomotora. La empresa ferroviaria Matterhorn-Gotthard-Bahn ha informado de que se ha producido un fallo en uno de los trenes debido a un mal funcionamiento, según ha publicado el Luzerner Zeitung. El cantón de Uri ha decidido cerrar la ruta entre la estación de Göschenen hasta el escarpado Andermatt hasta las 15.00, según añade el medio local.

La locomotora del accidente

Fuente: Excelsior.com | EFE

Genthin 1939

Una noche brumosa del primer invierno de la II Guerra Mundial, el maquinista de un pesado tren nocturno procedente de Berlín no paró en una señal de peligro y chocó contra un tren que estaba parado en la estación de Genthin matando a 186 personas; pero ésa no fue la única catástrofe ferroviaria de aquél fatídico día en Alemania...

Antes de que las tropas alemanas entraran a Polonia el 1 de septiembre de 1939, los ferrocarriles estatales alemanes empezaron a reducir el número de trenes de viajeros, a fin de asegurar que hubiera trenes suficientes para cubrir las necesidades militares. Esto significaba tener que añadir más coches a los trenes de viajeros que aún funcionaban, pero aún así iban abarrotados, pues el personal militar tenía que utilizarlos con frecuencia como civiles. Al incrementar el número de coches de cada tren, las paradas se hacían aun más largas para permitir que la gran cantidad de viajeros que en ellos iban pudieran entrar y salir.
La semana antes de Navidad se supo que todos aquellos que, por la guerra, estaban de reserva o con permisos, querían ir a sus casas a pasar unos cuantos días con la familia. Por ello, el día 21 de diciembre todos los trenes iban atestados de gente. Los militares heridos, que tenían billetes reducidos para volver a casa a descansar unos cuantos días, se añadieron al número de viajeros.
De este modo, una noche muy fría y con una espesa niebla, dos trenes expresos con multitud de personas a bordo se dirigían hacia el oeste procedentes de Berlín; era justo antes de la medianoche de un 21 de diciembre de 1939.
El tren expreso D10, con destino a Colonia y programado para parar en Brandeburgo y en Magdeburgo, registro su salida de la estación Postdam de Berlín a las 23:15 horas. El tren llevaba coches cama Mitropa, coches normales y furgones de correos; pero, además, llevaba coches extras para las aglomeraciones prenavideñas, lo que hacía un total de 12 vehículos. A consecuencia de la cantidad de gente que esperaba emprender viaje, el tren salió 5 minutos más tarde de Potsdam y 12 Brandeburgo. Aún así, unas cuantas estaciones más allá, se fue comprobando la marcha del tren con las señales, pues se iba acercando a otro. Tras pasar Wusterwitz, se le hizo esperar en la aproximación a Kade, no dándole vía libre hasta las 00:34 horas; por ese entonces, el tren ya llevaba 27 minutos de retraso. En la siguiente estación. Belicke, se le hizo parar de nuevo, y luego aceleró hasta Genthin, a 64 kilómetros de Potsdam. Pero en ese tramo, sólo pudo ponerse a 80 km/h. y no a la media de 105 km/h. necesaria para mantener el horario establecido.
Las señales de semáforos
Las señales de ese tramo, como las de las mayoría de las líneas alemanas de la época, eran mecánicas. Las señales de parada tenían un barzo de semáforo que sobresalía a la derecha del mástil largo de la señal. Cuando estaba horizontal y mostraba una luz roja por la noche, justo a la derecha del mástil, significaba peligro, parada. Cuando subía a 45º y mostraba una luz verde por la noche, significaba vía libre, continuar a velocidad normal. (En las bifurcaciones había semáforos diferentes que tenían los brazos uno encima del otro, pero éstos no estaban en la catástrofe de Genthin)
Las señales avanzadas (distancia) avisaban con antelación de las señales de parada que vendrían más adelante, y eran unos discos pintados de amarillo y montados en mástiles cortos. Para indicar precaución, el disco estaba de cara y mostraba una luz amarilla por la noche. Cuando la línea de delante estaba libre, el disco giraba sobre el mástil y se ponía de perfil al maquinista, mostrando una luz verde por la noche.
La primera señal que veía un maquinista al aproximarse a una estación era la señal avanzada (distancia), la "vorsignal". Esta estaba a distancia de frenado antes de que el tren alcanzara la señal de parada, a la cual se llamaba normalmente "einfahrsignal" o señal de entrada. A veces esta señal iba acompañada por otra "ausfahrvorsignal", o señal de salida o de bloqueo, que controlaba el movimiento en la sección de bloqueo. De este modo, incluso cuando la primera "einfahrsignal" estaba verde, sólo se podía aplicar a la primera "einfahrsignal", y se tenía que buscar la seguna "vorsignal" para ver si la "ausfahrvorsignal" de más allá iba a indicar peligro o vía libre.
Volviendo a la noche en cuestión, según estaba programado el expreso nocturno D180 de Berlín a Kasell y Neunkirchen, en el Saar, cerca de la frontera francesa, debería salir de Potsdam alrededor de la medianoche arrastrado por una 4-6-4 de la Serie 01, la Nº 01-158. Salió a la hora exacta, y aunque se había retrasado muy pocos minutos, el maquinista estaba deseando mantener el horario de 40 minutos hasta pasar Genthin, donde debía llegar a las 0:44 horas.
Hasta más allá de Brandeburgo, el D180 encontró todas la señales en vía libre. Tras pasar Kirchmoser, el fogonero vio la señal avanzada (distancia) en amarillo (naranja) y avisó al maquinista de que tenían que parar. Los ferrocarriles alemanes circulan por la derecha y las señales están normalmente a la derecha. En los tiempos de la tracción a vapor, el maquinista iba por lo tanto a la derecha y el fogonero, si no estaba alimentando el fuego u ocupándose del carbón o del agua, a la izquierda. El maquinista del D180 hizo sonar el silbato de la máquina, pero no intentó parar y, seguramente, cuando el tren llegó a Wusterwitz las señales de parada daban vía libre.
El D180 continuó hasta la siguiente estación, Kade, donde otra vez la "vorsignal" indicaba precaución. El maquinista cortó el vapor y el tren quedó en punto muerto, pero al llegar a la estación la "einfahrsignal" , o señal de entrada, daba paso libre. Si bien la "ausfahrvorsignal", o señal de salida indicaba peligro cuando el maquinista la vio por primera vez, el brazo se levantó de vía libre y cuando el D180 llegó a ella, la señal mostraba la luz verde.

Montón de escombros en Genthin la mañana siguiente a la colisión. Debajo está el furgón de equipajes del tren D10, totalmente destrozado. Encima del extremo final derecho del furgón quedó volcada la cabina de la locomotora Pacific 01.158 que remolcaba el tren D180 que chocó contra el final del D10.    
Poca visibilidad
Pero la niebla ya estaba peor y era difícil ver las luces superiores de los brazos. Los discos "vorsignal" y las luces quedaban justo por debajo de la niebla. A veces, también, el humo que salía de la chimenea se iba hacia abajo, lo que empeoraba la visibilidad, y el maquinista tenía que cerrar el regulador para poder ver algo.
En la curva de la izquierda, pasado Kade, el maquinista del D180, avisó al fogonero para que dejara de alimentar el fuego y le ayudara a ver las señales en la aproximación a Belicke, pero el fogonero no pudo ver mucho más. Sin embargo, el maquinista estaba seguro de haber visto las señales de Belicke dando vía libre, de modo que el D180 pasó Bleicke a toda velocidad.
Pero en ese momento, el último D10 en circulación estaba entrando a Genthin, la siguiente estación, y el tramo de bloqueo no había vuelto a mostrar al D180 vía libre a Belicke. El D10 no circulaba rápido, pues aunque la "vorsignal" y la "einfahrsignal" en la cabina de enclavamientos de Genthin Este daban paso libre, la "ausfahrsignal" indicaba peligro, porque el tramo de bloqueo frente a él estaba aún ocupado por otro tren.
El tren equivocado se detiene
En Belicke, el guardagujas telefoneó a Genthin: "Pare el tren D180; acaba de pasarse mi señal de parada en rojo". La llamada la atendió un agente de servicio, a unos 800 metros de la cabina de enclavamientos de Genthin Este. El agente cogió un farol de mano y unos cuantos detonadores y corrió hacia la línea. Por desgracia, el D10 estaba aún pasando mientras él balanceaba el farol hacia Belicke, y fue visto por el fogonero del tren. ¡Pará!, gritó el fogonero al maquinista. Este aplicó el freno de emergencia. Mientras lo hacía, el D180 se aproximaba a toda velocidad en medio de la oscuridad y la niebla, convencido su maquinista de que la "vorsignal" y la "einfharsignal" de Genthin estaba aún dando vía libre al D10.
La enorme Pacific arremetió a más de 100 km/h contra el final del tren parado, con tal fuerza que la máquina se incendió bajo los últimos coches del otro tren. Los coches que no quedaron aplastados formando un amasijo de hierros y madera, saltaron por delante y por detrás de la locomotora como si fueran de juguete. Los dos trenes quedaron amontonados y hubo grandes pérdidas. Murieron nada menos que 186 personas, mientras que 101 resultaron gravemente heridas. Tanto el maquinista como el fogonero del D180 se salvaron milagrosamente: los laterales y el techo de la cabina les evitaron graves daños.

En el accidente murieron nada menos que 186 personas. En medio de los escombros hay un montón procedente de los coches traseros del D10, incluida la parte delantera final de un coche de pasillo lateral, encajonado entre los coches delanteros del D180, sobre todo por los coches cama del D180, encima de la pila, a la derecha.
Interrogan al maquinista
Las investigaciones demostraron rápidamente que el sistema de señalización de bloqueo estaba en orden y que los fahrdienstleiters (supervisores de circulación) de Belicke y de Genthin no habían cometido ningún error. Las señales de Belicke señalaron correctamente precaución y peligro contra el tren D180. En un principio, el maquinista del D180 insistía que las señales daban vía libre. Pudo haber visto en verde las señales de Genthin , ya que aún estaban mostrando vía libre al D10; sin embargo, el guardagujas de Genthin dijo que él las había vuelto a poner en precaución y peligro al oír casualmente la llamada telefónica de Belicke.
Pero, en cuanto a las señales de Belicke, la "vorsignal" señalaba precaución y la "einfahrsignal" y la "ausfahrsignal" señalaban peligro cuando se aproximaba el D180.
El maquinista y el fogonero del D180 fueron requeridos por la justicia para ser sometidos a interrogatorio. Pronto quedó claro que el maquinista era el único culpable por no detenerse ante las señales de peligro de Belicke, y, a pesar de haber declarado en el juicio que había buscado cuidadosamente las señales de Belicke tras haber visto las señales de precaución y de peligro en Wusterwitz y en Kade, fue condenado a tres años de cárcel. Salió a la luz que en sus 25 años de maquinista había tenido otros tres incidentes al rebasar señales de peligro.

Esta es la Pacific Nº 01.158 de la Serie 01, la máquina que remolcaba el tren D180 y que chocó contra la parte trasera del D10 tras haber pasado las señales de peligro a toda velocidad. Aquí la vemos tras haber sido enderezada y colocada sobre los rieles. Una vez reparada, esta locomotora estuvo circulando hasta el final de la tracción a vapor. 
Y ese mismo día, nuevamente entrada la noche, como si la catástrofe de Genthin no hubiera sido suficiente, hubo otro gran accidente ferroviario en Alemania, entre Markdorf y Kluftern en la vía única de la línea Friedrichshafen - Radolfzell, en la ribera norte del lago Constanza, cerca de la frontera Suiza. A consecuencia de un mal entendido entre dos supervisores de circulación, un tren de viajeros y un tren de mercancías, ambos sin luces de cabeza debido a las restricciones, colisionaron de frente. Como resultado del choque murieron 101 personas y 28 resultaron heridas. De este modo, el 22 de diciembre de 1939 pasó a ser el día más aciago de la historia ferroviaria alemana.
Fuente: El Mundo de los Trenes - Ediciones del Prado S.A. 1998 - Madrid – España

Chapel-en-le-Frith, 1957

El maquinista John Axon se convirtió en un héroe de leyenda. Trató desesperadamente de recuperar el control de su tren de mercancías cuando se abalanzaba contra la cola de otro convoy, pero fue incapaz de impedir la colisión. Axon perdió la vida en el accidente y recibió a título póstumo la condecoración George Cross al valor.

A principios de 1957 había dos rutas entre Buxton y Manchester: una era la vieja línea de Midland Railway (MR) a través de Chinley, y la otra -en la que ocurrió la catástrofe- la antigua ruta de London & North Western Railway (LNWR) desde Stockport. Ambas tenían estaciones en Chapel-en-le-Frith: la estación Central daba servicio a la de MR, y la estación Sur a la de LNWR.
La ruta de LNWR tenía una fuerte subida desde Buxton, a través de las colinas de la vertiente occidental de la zona de High Peak, Derbyshire, hasta alcanzar la cumbre en Bibbington's Sidings, a unos 3 km. La cabina de control de agujas controlaba la entrada a un ramal de mercancías que discurría en paralelo con la línea principal a lo largo de casi un kilómetro, con una rampa descendente de 14,3 milésimas por metro al acercarse a la estación de Dove Holes. A partir de allí, la ruta descendía de forma sostenida durante 4 km, con una pendiente de 17,2 milésimas por metro, hasta llegar a la estación Sur de Chapel-en-le-Frith.
Por aquella época empezaban a verse en estas líneas los primeros indicios del plan de modernización de BR; algunos servicios de pasajeros eran cubiertos por nuevos trenes diésel. Los de mercancías seguían teniendo tracción a vapor.
Los trenes de mercancías procedentes de Buxton, normalmente contaban con una máquina en la cola del convoy que les ayudaba a ascender la rampa, pero no iba acoplada. Al llegar a la cumbre -y todavía en la línea principal había dos señales de detención, una para la locomotora y otra para la máquina de cola. Los trenes de mercancías tenían que detenerse y luego avanzar lentamente. El guarda tenía que obtener la suficiente potencia de frenado en los vagones para asegurar que el tren no se deslizara por la pendiente inmediata. El freno de vapor de la locomotora y ténder, y el freno del guarda en la cola del convoy, se mantenían en reserva para utilizarlos sólo en caso necesario. La locomotora de cola, una vez completada su tarea, regresaba a Buxton.

El panorama tras el choque en la estación de Chapel-en-le-Frith era desolador. La fuerza del impacto originó una montaña de hierros retorcidos de 8 m de altura, con más de 150 tm de carbón esparcidas sobre las vías. El tráfico no se pudo reanudar hasta casi tres días después.
En las inmediaciones de Chapel-en-le-Frith
A las 10.47 h. del 9 de febrero de 1957, el guardagujas de Bibbington's Sidings aceptó el tren de mercancías de Rowsley a Edgeley (Stockport) de las 8.45 h. Arrastrado por una locomotora de la Serie 8F Stanier 2-8-0, el convoy constaba de 37 vagones -cargados todos menos tres- más un furgón de frenado. Una vez accionado el mecanismo de freno de los vagones al llegar a lo alto de la colina, el tren avanzó para entrar en el ramal de mercancías, donde se detuvo de nuevo mientras un tren diésel de pasajeros lo sobrepasaba por la línea principal.
Tan pronto como el tren diésel salió de Chapel-en-le-Frith, el de mercancías de Rowsley obtuvo permiso para entrar otra vez en la línea principal, en Dove Holes, y aceleró gradualmente hasta alcanzar unos 30 km/h. en la rampa descendente que desemboca en la estación Sur.
Entretanto, el siguiente convoy de mercancías, el de las 11.05 h. de Buxton a Arpley (Warrington), recibió la orden de entrar en el ramal de Bibbington's Sidings. Iba arrastrado por la Stanier 2-8-0 N° 48188, con 33 vagones -todos cargados menos dos, 24 de ellos con carbón-, un furgón de frenado y una máquina en cola.
Al coronar la colina, en lugar de detenerse en las señales correspondientes para accionar el freno de los vagones, el tren prosiguió su marcha, aparentemente sin reducir la velocidad y con nubes de vapor flotando sobre la cabina. La locomotora de cola sí se había detenido en su señal, ajena al drama que estaba teniendo lugar en la cabina de conducción de la N° 48188.
Escape de vapor
El problema ya se había originado en Buxton, mientras la máquina estaba aún en el depósito. El maquinista John Axon advirtió un pequeño chorro de vapor que se escapaba por la junta entre la tubería y la válvula de freno de la cabina. Las fugas de este tipo no eran infrecuentes, puesto que la tubería que conecta con la válvula de freno está llena de vapor a presión y la vibración del puesto de conducción a veces afloja la junta provocando pérdidas.
El maquinista dio parte de dicha fuga al mecánico de mantenimiento del depósito, quien apretó con fuerza el casquillo roscado de unión. Eso detuvo el escape y el maquinista se dio por satisfecho, pero se reprodujo cuando la locomotora ascendía la rampa hacia Bibbington's Sidings. Pronto fue a más y tanto el maquinista como el fogonero trataron de poner remedio envolviendo la junta con trapos. Creyeron que así llegarían a Bibbington's Sidings, donde podrían detenerse para repararla definitivamente, pero justo cuando llegaron a la señal avanzada de la estación, a unos 550 metros aproximadamente de la cima, se produjo una explosión al reventar la tubería de vapor, de cobre, que se desprendió de la junta.
El vapor, hirviendo a alta presión, pronto llenó la cabina; pero, además, el chorro de vapor que salía de la tubería rota se dirigía directamente a la palanca del regulador, que controla la cantidad de vapor que va a los cilindros. Al subir la colina lo habían abierto por completo y la máquina iba a todo gas a menos de 550 metros del cambio de rasante y, en consecuencia, de la fuerte rampa descendente.
El maquinista John Axon y el fogonero Scanlon trataron desesperadamente de cerrar el regulador, pero se vieron rechazados por el fuerte chorro de vapor mezclado con agua hirviendo. La situación se convirtió de pronto en una cuestión de vida o muerte.
El fogonero protegió al maquinista con su abrigo y ambos trataron repetidas veces de alcanzar la palanca del regulador. Pero una y otra vez fueron arrojados contra el ténder por la fuerza del vapor. Se las arreglaron para accionar el freno de mano del ténder -aunque no surtía mucho efecto- y trataron de cerrar el regulador con una barra de hierro, pero sólo lo consiguieron en parte, de modo que la locomotora aún seguía en marcha cuando llegó a la cima de la colina.

Descripción de la fuga de vapor en la cabina de la locomotora Stanier 2-8-0 Nº 48188
Un tren de mercancías fuera de control 
El maquinista le dijo al fogonero que tratara de accionar a mano todos los frenos que pudiera. Scanlon se apresuró a cumplir la orden y trató de hacerlo en seis o siete vagones, pero el tren iba demasiado deprisa como para que pudiera ejercer suficiente presión para bajar del todo las palancas. Cuando el tren adquiría velocidad en la rampa descendente, Axon ordenó al guarda del furgón de frenado que accionara el mecanismo manual, pero no sirvió de nada. El tren siguió adelante, cada vez más deprisa. El guardagujas de Dove Holes estaba ocupado con un tren de mercancías que entraba en el apartadero de la vía principal cuando se dio cuenta del mercancías que venía sin control por el de la vía impar. Tenía que haberse detenido en la señal correspondiente, pero el maquinista hacía señas frenéticamente desde la ventanilla derecha de la cabina, envuelta en nubes de vapor. El guardagujas vio que el tren no iba a detenerse y rápidamente accionó las agujas a la vía principal. Si no lo hubiera hecho, la máquina habría sobrepasado el tope de la vía muerta, arrasando la cabina del cambio de agujas y el andén.
A pesar de que el mercancías de Rowsley no había despejado el tramo de Chapel-en-le-Frith, el guardagujas de Dove Holes telefoneó a Chapel-en-le-Frith para avisar a su colega de lo que estaba ocurriendo. Un diésel acababa de hacer su entrada en la estación, en el andén de la vía principal, y el personal avisó rápidamente a los pasajeros para que abandonaran el tren y despejaran el andén.
El mercancías de Rowsley hacía su entrada en la estación por la vía impar, a unos 30 km/h, cuando el de Buxton salió del túnel de Eaves, a cosa de un kilómetro y medio de la estación. La dotación del diésel trató de llamar la atención de la del tren de Rowsley, pero era demasiado tarde.
La colisión
El mercancías de Buxton iba a una velocidad de unos 88 km/h cuando embistió la cola del tren de Rowsley, matando al guarda. La gran Stanier 2-8-0 volcó sobre el costado derecho en la línea principal, destruyendo la cabina del cambio de agujas y lanzando al guardagujas sobre la vía muerta. Esparcidos alrededor quedaron los restos de los dos últimos vagones y del furgón de frenado del mercancías de Rowsley y, muy cerca, todos los vagones del tren de Buxton que, con unas 150 t. de carbón, formaron una pila de escombros de 8 m. de alto sobre las vías. La Stanier se detuvo justo al borde del morro del tren diésel estacionado en la línea principal.
El mercancías de Rowsley resultó desplazado unos 270 m. por el impacto y, aunque gran parte del mismo quedó indemne y permaneció en la vía, la onda de choque repercutió a lo largo del tren e hizo descarrilar tres vagones cercanos a la cabeza del mismo.
El maquinista, Axon, murió heroicamente en su puesto de conducción de la n° 48188, y fue condecorado a título póstumo con la George Cross por su ejemplar conducta.

Tras la colisión, la gran Stanier 2-8-0 acabó tumbada de costado después de chocar contra el morro del tren de las 10.20 h. El coche delantero de este tren sólo sufrió ligeros daños, y rotura de cristales. En la fotografía puede verse a la izquierda, tras ser apartado de los restos del accidente.
¿Cuál fue el error?
El inspector, general de brigada C. A. Langley, alabó la actuación de todo el personal. Llegó a la conclusión de que el accidente se produjo a causa del mal ajuste del collarín de junta existente entre la tubería de vapor y la válvula de freno. La junta ya había sufrido pérdidas; se constató que se había dado parte en 10 ocasiones durante los 15 meses anteriores. Cada vez, el mecánico de turno había apretado el casquillo de la junta, con lo que habían cesado las fugas. Ninguno se tomó el trabajo de desmontarla para revisar el collarín y la soldadura, porque, como en todos los casos el escape se había detenido, no había motivos para sospechar que la soldadura estuviera defectuosa.
Por aquel tiempo se empezaba a emplear un nuevo tipo de junta provista de un collarín cónico, con el que se conseguía una mejor estanqueidad, además de dejar la soldadura a la vista. Irónicamente, en el otro extremo de la tubería de la N° 48188 se había instalado un collarín de este tipo.

Una nube de polvo de cal y carbón, procedente de los vagones, cubrió toda la zona con un extraño manto monocromo tras el choque y el descarrilamiento.
Hacia el desastre
Cuando reventó la junta de la tubería con la válvula de freno, John Axon intentó por todos los medios cerrar el regulador. Estaba a punto de coronar la cima de la colina, justo antes de enfilar la fuerte pendiente descendente que desemboca en la estación Sur de Chapel-en-le-Frith, y dio instrucciones a su fogonero para que accionara a toda prisa los frenos de los vagones y, aunque lo intentó en seis o siete de ellos, el tren iba demasiado deprisa como para bajar del todo las palancas. El guarda aplicó el freno de mano en su furgón, pero tampoco surtió efecto dada la velocidad del tren. Axon permaneció en su puesto con la esperanza de recuperar el control. Por desgracia, su tren embistió la cola de otro convoy de mercancías provocando su muerte y la del guarda del otro tren. Un tren diésel de pasajeros con dos coches, que estaba detenido en el andén, también resultó afectado por el descarrilamiento de la locomotora.
Frenos de los vagones 
En 1957, los vagones de mercancías estaban equipados sólo con frenos de mano, pero además estos trenes siempre llevaban un furgón de frenado en la cola con su correspondiente guarda. Los frenos de los vagones estaban en los laterales y consistían en una palanca que, cuando no estaban echados, descansaba en un reborde situado en la parte superior de un bastidor vertical. Para accionar el freno había que levantar la palanca sobre el reborde y hacerla descender entre los laterales del bastidor, presionando con fuerza hacia abajo. Una chaveta sujeta con una cadena se insertaba en uno de los agujeros practicados en el bastidor, por encima de la palanca, para impedir que se levantara desactivando el mecanismo de frenado.
Un héroe de leyenda 
En 1981, en la estación de Euston, la locomotora N° 86261 de la Serie 86 fue bautizada con el nombre Driver John Axon G.C. en honor a su valentía. El heroísmo de Axon también entró en la leyenda gracias a una canción que alababa su coraje, The Ballad of John Axon.
Recomendaciones
El inspector, general de brigada Langley, recomendó que en caso de producirse cualquier fuga de vapor como la ocurrida en la máquina N° 48188, el mecánico debía desmontar la tubería y revisar las juntas. En primera instancia, el inspector recomendó la adopción del frenado automático en todos los vagones de los trenes de mercancías. En realidad, el inspector se refería a los frenos de vacío, pero para la época en que el frenado automático se incorporó de forma generalizada a los trenes de mercancías, ya se había adoptado el freno neumático, mucho más potente.

Los equipos de rescate valoran la magnitud de los daños mientras aún sale vapor de la locomotora volcada. Hay que señalar que la Nº 48188 fue reparada y se reintegró al servicio. Fue retirada en 1966.
Fuente: El Mundo de los Trenes - 1998 - Ediciones del Prado S.A. - Madrid - España

Thirsk, 1967

Inglaterra, Gran Bretaña

Cuando en los años 60 el diésel y la electricidad sustituyeron al vapor, la velocidad de los trenes de mercancías aumentó, así como el número de descarrilamientos. El problema era cuando en el accidente se implicaba otro tren, como sucedió en Thirsk, donde un expreso chocó contra un vagón descarrilado, pereciendo siete viajeros.

Durante los años 60, a medida que British Rail iba retirando la tracción a vapor y entraban en servicio más locomotoras diésel y eléctricas, los trenes de mercancías empezaron a circular más rápido. Había varias razones para ello: una de ellas era que había más vagones con frenos automáticos de vacío, de modo que podían frenar más rápidamente que cuando tenían sólo el freno de vapor de la locomotora y el freno de mano del furgón de cola. Otra razón era que la carga era más ligera en los años 60, pues los trenes estaban formados por menos vagones. Además, las locomotoras diésel podían acelerar más rápidamente que las de vapor y estaban diseñadas para circular más rápido que ellas, al frente de un tren de mercancías. Por último, puesto que los nuevos trenes de mercancías iban más rápido, se podían intercalar trenes expresos de viajeros en la misma vía, en lugar de requerirse líneas separadas.
El aumento de descarrilamientos
A medida que aumentaba la velocidad de los trenes de mercancías, lo hacía también el número de descarrilamientos. Los vagones de mercancías ingleses estándar eran pequeños, en comparación con los del resto de Europa o los de Norteamérica. Con sólo 5 m. de largo y una distancia entre ejes de 3 m. no tenían la suficiente longitud para ofrecer una buena estabilidad y, si los muelles y la suspensión no se cuidaban bien, los enganches estaban flojos, o la carga no estaba bien repartida, los vagones se movían de un modo alarmante cuando el tren iba a toda velocidad. Podían balancearse de un lado a otro o desarrollar un movimiento de torsión delante y atrás, especialmente si existían defectos en la vía. Esos defectos podían tratarse sólo de pequeñas variaciones de nivel entre los dos raíles o juntas defectuosas entre raíles contiguos, pero podían ocasionar que las ruedas descendieran en un bache y volvieran a subir rápidamente, generando un empuje hacia arriba y provocando que los muelles dejasen de presionar hacia abajo sobre la caja de cojinetes durante algunos segundos.

El 31 de julio de 1967, un tren de cemento descarriló al sur de Thirsk. Aunque la mayoría de los vagones fueron a parar al terraplén contiguo a la vía, uno de ellos viró y obstruyó el paso de un tren que se aproximaba, el expreso King's Cross-Edimburgo de las 7.20 h, al que arrastraba la locomotora N° DP2 por la vía rápida impar. El expreso no pudo parar a tiempo, y el lateral izquierdo de la locomotora chocó contra el vagón de cemento destrozando la cabina. El maquinista y su ayudante sobrevivieron, pero algunos viajeros no tuvieron tanta suerte.
Hacia mediados de los años 60, las compañías estaban intentando sacar mayor partido a los vagones cargando y descargando rápidamente en las paradas, así como acortando el tiempo de viaje, de modo que un vagón pudiera realizar un viaje de ida y vuelta en tres o cuatro días, en lugar de las tres o más semanas empleadas en los tiempos de la tracción a vapor. Los vagones recorrían muchos más kilómetros que antes, pero no recibían el mantenimiento especializado que se daba a los vagones con mercancía perecedera, utilizada normalmente en los trenes rápidos de mercancías de la época del vapor. La velocidad aumentó de los 50 km/h de media de los trenes de mercancías de los tiempos del vapor a unos 70 u 80 km/h con la tracción diesel o eléctrica. Pero lo negativo de ello fue el incremento alarmante de descarrilamientos de trenes de mercancías; en ellos, un grupo de ruedas salía de la vía debido a una combinación de fuerzas, y los vagones posteriores se amontonaban contra el primer vagón descarrilado causando grandes desastres. Cuando en el accidente sólo estaba implicado un tren de mercancías, generalmente no había más problemas que destrozos, mercancía dañada y vías destruidas, aunque esto ya de por sí era bastante malo. Pero si en un itinerario de doble vía llegaba un tren en dirección contraria, o si los restos del descarrilamiento invadían otras vías por las que circulaban trenes rápidos de viajeros, entonces el problema se agravaba, a menos que la dotación del tren de mercancías pudiera contactar rápidamente con la cabina de señalización, o colocar detonadores o banderas lo suficientemente lejos del lugar del siniestro (comúnmente, a 1,602 km) antes de que se aproximara otro tren. Era tal el peligro, tanto potencial como real, que el servicio de inspección del ferrocarril llevó a cabo una investigación especial de todos los factores contribuyentes. Se evidenció que los viejos vagones ingleses eran inadecuados para alcanzar grandes velocidades, de modo que se impusieron límites de velocidad más bajos para mantenerlos por debajo de los 64 km/h. Aparecieron nuevos diseños de vagones con mayores distancias entre los ejes y sistemas de suspensión nuevos. Entre éstos, se encontraban los vagones de cemento llamados Cemflo. Tenían cuatro ruedas, con una distancia entre ejes de 4,5 m y un peso de cerca de 36 toneladas una vez cargados. Se habían diseñado originariamente a principio de los años 60 para circular a 97 km/h, pero nuevos descarrilamientos hicieron bajar esa cifra a 80 km/h, y después, en 1966, a 70 km/h. Uno de sus servicios regulares era el realizado entre Cliffe, al norte de Kent, y Uddingston, a las afueras de Glasgow. Trenes enteros de estos vagones servían a la empresa Associated Portland Cement. La compañía era la propietaria de los vagones, pero el diseño y el mantenimiento tenían que ajustarse a los requisitos de BR.
Un descarrilamiento bloquea la línea rápida
La tarde del 31 de julio de 1967, el tren de cemento de las 2.40 h. Cliffe-Uddingston, con 26 vagones y un freno en cada extremo, viajaba hacia el norte en la vía impar de marcha lenta de la línea principal de la Costa Este. Estaba a tres kilómetros al sur de Thirsk, circulando a unos 70 km/h. cuando las ruedas traseras del vagón duodécimo descarrilaron a la izquierda. El tren continuó unos 155 m. y luego el enganche entre los vagones undécimo y duodécimo se rompió. Esto hizo que se interrumpiera la tubería de freno de vacío, que entrara aire en el sistema y automáticamente se activaron los frenos en ambas partes del tren. Pero, mientras que la parte delantera del tren siguió hasta una señal de parada que había 0,4 km más adelante, la mayor parte de los vagones posteriores descarrilaron y cayeron por el terraplén a un campo que había más abajo. Los últimos seis vagones se quedaron junto a la vía, y el testero del vagón número 23 viró en redondo hasta parar a unos 0,6 m. de la vía rápida impar contigua. El agente del tren de cemento iba en el furgón de cola, vigilando por el lateral, cuando vio que los vagones de delante se habían roto y caído a la izquierda rodando por el terraplén. También se dio cuenta de que un vagón había ido a parar a la derecha de la vía y estaba obstruyendo la vía impar rápida. Tan pronto como el vagón llegó a la señal de parada, el guarda bajó con su bandera roja y los detonadores y corrió hacia atrás para proteger la vía rápida impar. No había recorrido ni siquiera unos 90 m. cuando vio acercarse un expreso diésel a toda velocidad: era el King's Cross-Edimburgo de las 12.00 h. Hizo señales con la bandera, pero ya era demasiado tarde; aunque aplicó los frenos, el tren expreso, que aún iba a unos 80 km/h. chocó contra el vagón.

El impacto lateral contra el vagón de cemento arrancó los compartimientos de los coches delanteros del expreso King's Cross-Edimburgo, que aún circulaba a unos 80 km/h. Siete pasajeros murieron y 45 resultaron gravemente heridos.
El lateral izquierdo de la cabina de la locomotora quedó totalmente aplastado; ésta descarriló a la derecha, sobre la vía par rápida, y arrastró tras ella a los siete primeros coches de los trece que componían el tren. Los tres primeros coches quedaron seriamente dañados, con el panel lateral arrancado y los compartimientos de la izquierda del coche totalmente destruidos. El pasillo de los dos coches siguientes estaba en el lado izquierdo, y aunque el panel lateral izquierdo de la caja estaba bastante destrozado, los compartimientos de la derecha del coche no sufrieron demasiados desperfectos. El impacto en los coches frontales ocasionó graves daños personales, siete pasajeros murieron y 45 resultaron gravemente heridos. El maquinista del expreso y su ayudante tuvieron una gran suerte, a juzgar por el estado en quedó la locomotora. Iban circulando entre 120 y 130 km/h. cuando el maquinista vio algo que creyó era neblina o polvo. Enseguida, como en un acto reflejo, cortó potencia y empezó a aplicar los frenos; entonces se dio cuenta de que había un tren enfrente, en la línea impar, que parecía haber descarrilado. Activó los frenos de emergencia definitivamente, echó arena a los carriles para ayudar al frenado y apagó el motor diésel para reducir el riesgo de incendio. No pudo hacer más para evitar la colisión. La locomotora expreso era la N° DP2, una máquina única que no era propiedad de BR, sino de sus fabricantes, la empresa English Electric Company. La máquina estaba experimentando pruebas de circulación exhaustivas como prototipo de una nueva Serie (la Serie 50). Su inusual denominación derivaba de Diesel Prototype N° 2, el primer prototipo diésel de English Electric, que sería el original Deltic diésel. Desgraciadamente, en este accidente la DP2 quedó demasiado dañada para poder ser reparada; en esa época, ya había quedado demostrada su eficacia de funcionamiento y la de su equipo.

Al inspeccionar los restos de los coches del tren expreso, surgieron cuestiones como la necesidad de mejorar el nivel de seguridad cuando circulaban trenes diésel de mercancías, mucho más rápidos que sus antecesores de vapor, coincidiendo con los trenes expresos de viajeros en la misma vía, o circulando por vías de marcha lenta adyacentes.
Inspección minuciosa de la vía
Col. Dennis McMullen fue nombrado inspector jefe del accidente. Su primer problema fue descubrir por qué habían descarrilado las ruedas del eje trasero del vagón duodécimo. Se realizaron medidas a lo largo de la vía hasta la aproximación al punto del descarrilamiento. Éstas mostraron ligeras variaciones (poco más de 6,4 mm) en los niveles de cruce, que habrían ocasionado un pequeño balanceo. Eran pequeñas variaciones, dada la velocidad de la línea y la del tren de cemento, pero, combinadas con la deteriorada suspensión del vagón duodécimo, podían haber sido más de lo que la suspensión del vagón podía soportar. No se encontró una causa que realmente explicara el descarrilamiento, así que se llevaron varios vagones del tren a los talleres de Doncaster a fin de realizar con ellos mediciones y pruebas en una plataforma de rodaje, así como también en la línea. Entre las pruebas, se incluyó la circulación con los enganches ligeramente flojos, de modo que los topes no estaban en contacto, y con los enganches bien sujetos. Los peores resultados se dieron con los enganches flojos, con el vagón moviéndose de lado a lado y aumentando su inestabilidad de modo creciente. A los vagones se les colocaron unas sujeciones entre los muelles de la suspensión y la parte inferior del bastidor. Sin embargo, el desgaste y los daños, posiblemente causados por el efecto abrasivo del polvo de cemento, hacían que los vagones fuesen más propensos a zarandearse de un lado a otro debido a que la suspensión no proporcionaba un control firme del vagón (el desgaste de las sujeciones de la suspensión de los vagones de cemento le daban un promedio de vida de sólo 8.050 km; la misma suspensión en otros vagones podía durar 128.700 km). En el primer vagón que descarriló, se daba otro factor: las ruedas del eje descarrilado tenían una diferencia de diámetro de 0,8 mm, dentro de los límites especificados, pero la combinación del desgaste del vagón y los pequeños defectos de la vía había ocasionado un desgaste adicional en una pestaña, lo cual podía haber ayudado al inicio del descarrilamiento.
Inmediatamente después del descarrilamiento, la velocidad máxima de los vagones de cemento se redujo a 60 km/h. pero el coronel McMullen recomendó que se tuviera en cuenta el diseño completo de la suspensión, el mantenimiento del diámetro de las ruedas y la disposición de los enganches y los topes, y que se intensificara el mantenimiento de la vía. El accidente de Thirsk fue uno de los descarrilamientos ocurridos en los años 60 y principios de los 70 que habían implicado a otros trenes. Al principio, los trenes de mercancías con vagones antiguos tenían que reducir la velocidad de la marcha a los niveles de la época del vapor, pero, posteriormente, en la nueva era del diesel y la electricidad cuando entraron en servicio vagones nuevos mayores y más pesados, que además contaban con nuevos sistemas de suspensión, el problema del descarrilamiento de los trenes de mercancías disminuyó. Y además, al disminuir las mercancías transportadas por ferrocarril, el número de vagones en servicio disminuyó drásticamente, consiguiéndose, con estrictos controles de mantenimiento, que el estándar mejorase. Sin embargo, aún se dan descarrilamientos de trenes de mercancías: entre 1986 y 1990, hubo una media de 93 descarrilamientos de mercancías al año.

El número de muertos y de heridos graves hubiera sido mucho mayor de no ser porque el impacto más fuerte contra el tren de cemento tuvo lugar en el pasillo lateral de los coches del tren expreso. Se evitó un mayor sufrimiento de los heridos gracias a que un piloto de las fuerzas aéreas inglesas divisó el accidente desde su avión, cerca de Topcliffe, y pidió ayuda por radio.
El problema del descarrilamiento de los trenes de mercancías
El descarrilamiento y la colisión de Thirsk fue tan sólo uno más en el creciente número de descarrilamientos de trenes de mercancías ocurridos a mediados de los años 60. Estos accidentes eran causados por las mayores velocidades de los trenes de mercancías, arrastrados por locomotoras diesel y eléctricas, y por el uso creciente de vagones, sin que hubiera un incremento en los niveles de mantenimiento de los más viejos y de los más pequeños, o mejoras en las vías de las líneas utilizadas por los trenes de mercancías. Los vagones del accidente de Thirsk eran bastante nuevos y más largos que los antiguos, pero en ellos no se había tenido en cuenta el efecto de fatiga de la suspensión.
En Roade, en la línea principal de Euston, se produjeron dos descarrilamientos de trenes de mercancías que acabaron en colisiones con trenes de pasajeros: uno ocurrió en 1967 y el otro, en 1969. El mayor número de descarrilamientos tuvo lugar en 1969, llegando a un total de 383. En 1971, y a consecuencia de un mejor mantenimiento de vagones y vías, de la eliminación de la mayoría de los vagones más viejos y de la introducción de nuevos diseños para alcanzar mayores velocidades, el número de descarrilamientos bajó a 223 y a 56 entre 1991 y 1992. Sin embargo, muchos de ellos se deben aún a fallos técnicos.
Carriles desnivelados 
En la aproximación al punto del descarrilamiento, había ligeras variaciones en los niveles de cruzamiento: el carril del lado derecho estaba a 13 mm de altura, a 40 m del descarrilamiento, y el carril del lado izquierdo estaba a 6,4 mm; después, el carril del lado derecho estaba a 16 mm de altura y el del lado izquierdo, a 10 mm. Estas pequeñas irregularidades fueron probablemente suficientes parar ocasionar el fatal vuelco.
Recomendaciones 
No se encontró una causa clara que motivara el descarrilamiento de Thirsk: varios fallos pequeños y aislados en la vía y en el vagón dieron lugar al inicio del accidente. Como previsión inmediata se impuso una limitación de velocidad de 60 km/h en los vagones de cemento, pero eso llevó a la restricción de algunas operaciones. Dentro de las soluciones a largo plazo, se desarrolló un nuevo diseño de sujeción a fricción para soportar los muelles; se determinó una diferencia menor en el diámetro de las ruedas del mismo eje (0,25 mm, en lugar de 0,81, y los enganches entre vagones se ajustaron de modo que los topes quedaran enfrentados. En caso necesario, los topes de muelles sustituirían a los hidráulicos. Finalmente, se mejoraría el mantenimiento de la vía y se harían revisiones más exhaustivas, de modo que las pequeñas irregularidades de la vía no se sumaran a los defectos de los vagones para causar descarrilamientos.

Fuente: El Mundo de los Trenes - Ediciones del Prado - Madrid - España