Numerosas víctimas produjo un choque de trenes en Altamirano
La noticia adquirió perfiles trágicos al cundir por la ciudad la información, desde muy temprano en la mañana del 1º de febrero, de que un tren procedente de Mar del Plata había chocado violentamente contra uno de carga, a metros de la estación Altamirano.
Cercano el mediodía, ante la mirada atónita de curiosos, bomberos, policías, funcionarios ferroviarios, autoridades nacionales, provinciales y periodistas, aún continuaban humeando los restos del convoy de pasajeros accidentado en las primeras horas del día. Los cronistas debían mirar largo rato para reconstruir el ordenamiento lógico de los dos convoyes antes del funesto topetazo. Pero la imaginación no bastaba. Las imágenes confundían, pero exhibiendo un aspecto sombrío, siniestro. Entre las vías ascendente y descendente, esparcidos caprichosamente en el suelo, manchados con aceite y petróleo, veíanse ropas de hombres, mujeres y niños, naipes, valijas, corbatas, mantas, todo lo que puede llevar un veraneante. Hasta cañas de pescar, rotas, por supuesto. Dimos un rodeo. Nos colocamos frente a lo que fue, digámoslo así, el principio de todo: las dos máquinas. La del carguero, casi intacta, se hallaba señalada con el número 1557. Tratase de una máquina a vapor, llamada "Meteoro", a cargo de Ismael Mondini, quien llevaba como ayudante al foguista Heriberto F. Velázquez. Detrás podía verse al "tender", donde se almacena el agua y el petróleo, semitumbado, derramado por sus costados el líquido negro y espeso. A continuación, sin ruedas, volcado sobre la banquina donde cavó un pozo de un metro de profundidad, aparecía el vagón 5205, que llevaba la siguiente leyenda:"Para circular entre Sola, Bariloche o Zapala". En su interior, llevaba fardos de bolsas de arpillera y rollos de "ruberoid". Después, otros vagones más, totalmente rotos. Las grúas ya habían comenzado a despejar las vías. Frente a la "Meteoro", estaba aplastada su trompa hasta reducir a 50 centímetros la puerta de su cabina, la máquina diesel "Cockeril-Dugree" Seraing - Bélgica. Dentro, aprisionados por los hierros, se hallaban el maquinista y una persona (1) más. Seguidamente, doblado en un ángulo de 75 grados, totalmente calcinado por el fuego que le había dado un color herrumbre, estaba el vagón nº 3105, montado a medias sobre la estructura posterior de la locomotora. Debajo de ella estaban los escombros, los escombros nada más, de lo que había sido el vagón encomienda.
En la foto de arriba, fuera de las vías, como levantados por una mano poderosa e invisible, aparecen los coches del convoy diseminados prácticamente en los alrededores del lugar y en la de abajo puede apreciarse la violencia del impacto. La máquina diesel quedó incrustada contra la trompa de la locomotora a vapor. Sobre la primera aparece el vagón 3105, semivolcado sobre su costado derecho y montado en parte sobre el equipo motriz diesel y el furgón de equipajes, que quedó completamente destruido.