Introducción

Recopilación de descarrilamientos y choques en el mundo citando la fuente y créditos fotográficos. Sitio sin fines de lucro.

Tortuguitas, 1964

El día que chocaron al Cinta de Plata en Tortuguitas


El lunes 6 de abril de 1964, Tortuguitas amaneció envuelta en un manto de espesa neblina. Un poco después de las 7, el Cinta de Plata llegaba a la zona.

La formación se aprestaba a recorrer por las vías del Belgrano los últimos kilómetros que los llevarían a completar el trayecto entre la ciudad de Salta y Buenos Aires. A las 7 y 15 pasó por la estación de Del Viso. A unos 300 metros de la estación Tortuguitas, el maquinista Ángel Cisneros recibió la orden de detener el tren, a la espera de una señal de avance. El tren quedó estacionado sobre la vía, a pocos metros del paso a nivel de las inmediaciones de la comisaría de Tortuguitas, a la altura de la calle Los Olivos al 400.
Fue entonces que sucedió lo inesperado, el impacto terrible. La locomotora de un tren local - el 1264 según el organigrama del día, que poco antes había partido de la estación de Del Viso - chocó de lleno con el último vagón de la formación del Cinta de Plata. Eran las 7 y 31 de la mañana. El impacto debió ser tremendo, a juzgar por las imágenes que nos muestra la edición del diario Clarín del día siguiente. La locomotora se metió dentro del vagón y lo partió en dos. En las imágenes se la puede ver prácticamente montada sobre el vagón. El anteúltimo vagón del Cinta de Plata terminó descarrilado. La colisión dejó un saldo trágico: la muerte de un hombre de 53 años, oriundo de la localidad de Santa Lucía, y 7 heridos, algunos de gravedad, que fueron trasladados al hospital de San Miguel. Todos eran pasajeros del último vagón del Cinta de Plata. Entre los heridos hubo una beba de 10 meses que viajaba junto a su familia.
El saldo pudo haber sido peor, las terribles imágenes permiten imaginar la violencia del impacto. Luego de la conmoción inicial, empezó a articularse un operativo de asistencia a las víctimas. Así lo recuerda Carlos Las Casas, que por entonces vivía con sus padres en un chalet con frente a la calle Los Olivos y fondo a las vías, justo en el lugar donde se produjo el choque. "Yo era muy chico pero recuerdo que a mi mamá le pidieron que caliente agua y que consiga trapos blancos, que hizo rompiendo varias sábanas. A los heridos los asistieron en mi casa. También recuerdo que el hombre que murió quedó sobre la locomotora. El ruido del choque fue tremendo, se comentaba que se escuchó hasta la zona de Grand Bourg. Tengo grabado ese momento, era a la hora de ir al colegio, mi papá estaba preparando el auto para llevarme".
En las crónicas periodísticas del día siguiente se informa que concurrió al lugar una dotación de bomberos y efectivos de la Escuela Sargento Cabral, con sede en Campo de Mayo. Quizás haya habido un error, y los bomberos fueran del batallón Sargento Cabral, de Los Polvorines, que por ser un depósito de pólvora y municiones contaba con una brigada bomberil. De inmediato se organizó el traslado de los heridos al hospital de San Miguel. Los rescatistas tuvieron que lidiar bastante para rescatar al maquinista del tren local, de apellido De Filipo, que había quedado aprisionado en su cabina. Tras una hora de trabajo, el hombre fue liberado, ileso. En cambio, su asistente, el foguista Basilio Gambarte, debió ser trasladado a San Miguel. 

Anteúltimo coche de la formación

Restos del último coche de la formación

Locomotora English Electric Nº 5780

Último coche de la formación

Por su parte, el ferrocarril dispuso en el lugar una enorme grúa, que de inmediato trabajó para despejar las vías. Luego de desengancharse de sus dos últimos vagones, afectados por el choque, el Cinta de Plata siguió camino y llegó a Retiro a las 10.45. Un párrafo de la nota aparecida en Clarín refleja el testimonio de uno de los pasajeros del tren chocado: "El pasaje esperaba la salida del tren cuando de pronto sintió un fuerte choque. Tratando de vencer la confusión y el nerviosismo suscitados, salió a auxiliar a las personas que habían quedado atrapadas, destacando la ayuda proporcionada por los vecinos del lugar, que sin vacilar acudieron al lugar del hecho". Según la crónica periodística, hubo una circunstancia que gravitó para que el terrible choque no tuviera un número mayor de víctimas. Al parecer, en la formación que venía de Salta viajaba un supervisor del departamento de Tráfico del Belgrano. El hombre advirtió que el vagón final iba lleno, mientras que en otros sectores del tren había muchos asientos vacíos, y luego invitó a los pasajeros de la cola a ubicarse en los sectores intermedios. Por eso, al momento del choque, en el vagón final iban solo seis personas. Luis Horacio Melillo

"UN ERROR HUMANO"
¿Qué fue lo que produjo semejante choque? Según consigna la crónica periodística, las autoridades del ferrocarril apuntaron de inmediato a un error humano. Al parecer, un auxiliar de la estación Tortuguitas habría autorizado al tren local a partir de Del Viso, olvidando que el Cinta de Plata esperaba detenido. Dos hechos más empeoraron la situación: el primero, la espesa neblina; el segundo, que el lugar donde quedó esperando el Cinta de Plata está al final de una pendiente. Ambas circunstancias impidieron al maquinista ver la formación desde mayor distancia. La nota del diario Clarín afirmaba que el auxiliar, "al tener conocimiento del accidente huyó de su puesto de trabajo, siendo detenido posteriormente por las autoridades policiales". El informe periodístico se completa con la palabra del entonces gerente del Belgrano, Carlos D’alessio, quien confirmó que el accidente "se debió a una falla humana y no hubo ninguna de carácter técnico".

Posición en que quedó uno de los coches

Locomotora EE similar a la Nº 5780  
El 6 de Abril de 1964, la Sra. Emérita Dominga Andrada (que trabajaba en casa de familia y en 1º auxilios), salió de su domicilio sito en la Calle Duchesnoy, al lado del Destacamento Policial de la Localidad de Tortuguitas; como rutinariamente lo hacía para ir a trabajar abordando el tren local con destino a Grand Bourg. Su domicilio lindaba en la parte posterior con las vías del Ferrocarril General Belgrano, donde a 200 metros estaba la Estación Tortuguitas, la siguiente estación, yendo hacia Retiro estaba su punto de llegada. La mañana era clara y sin niebla. En la estación observa que un tren es detenido a unos 150 metros de la estación de Tortuguitas. Era el tren llamado “Cinta del Plata”, que cubría el trayecto de Córdoba a Retiro. El jefe de la estación lo hace detener sin aclarase aún por qué motivo, excepto que no tenia vía libre. Por su parte a bordo del Cinta del Plata, el 1º Guarda da la orden a los pasajeros de los últimos coches que tomaran sus pertenencias y se ubicaran en sitios más adelante del tren, ya que pronto llegarían a destino… un gesto que sin saberlo aún salvó varias vidas.
En el andén de la vía que dirige los trenes a Villa Rosa (cabecera de ése ramal local), la Sra. Andrada y los que esperaban escuchan como un niño (según se recuerda trabajaba de lustrabotas en la estación), gritaba al jefe de la estación que “le de vía al Cinta de Plata porque venía bajando el local”. El joven se refería a una brusca pendiente que se encontraba entre las estaciones de Tortuguitas y Del Viso (actualmente existe allí la parada de Alberti); por donde un tren local proveniente de Villa Rosa bajaba no a poca velocidad debido al terreno en pendiente. El jefe de la estación hecho al niño a empujones e insultos. Pero aquellos que estaban en los andenes no olvidarán jamás lo que vieron y oyeron. Andrada recuerda un fuerte golpe, seguido de ruidos, crujidos y rotura de vidrios. Al mismo tiempo vio restos pequeños volar por el aire, mucho polvo y un vagón levantarse y cruzarse “a la vía opuesta”… lo imaginable había ocurrido.
Inmediatamente, Andrada, corrió a su casa, dejó las cosas de trabajo y se dirigió al patio posterior de su domicilio donde fue la colisión. Junto a ella se unieron varios de sus familiares, que llevaban sabanas y otras cosas para auxiliar a los heridos; vecinos, el jefe del destacamento Policial y varios agentes entre ellos Hugo Romero cuñado de Andrada; y Silvano Andrada (hermano de la señora). El panorama se veía horrible y se esperaba lo peor. El último vagón (el mas afectado), del Cinta del Plata se subió sobre la locomotora Nº 5780 del Tren Local, casi quebrado por la mitad, cuyos restos quedaron sobre la locomotora y las vías opuestas y sus bogies de la parte posterior fueron a parar a casi 40 metros del lugar, en el jardín posterior de una casa. El anteúltimo vagón del Cinta del Plata quedó con su fuelle y puertas posteriores aplastados hacia abajo. Los pasajeros de los demás vagones presentaban heridas por vidrios y golpes por el sacudón. En el último vagón del Cinta del Plata sólo había quedado un hombre mayor que era del servicio ferroviario y no intentó seguir el consejo del 1º Guarda de ir más adelante. Éste, según recuerda la Sra. Andrada, fue bajado de entre el techo de la Locomotora y los restos del último vagón, tras varios esfuerzo de los agentes Policiales y los vecinos para liberarlo de entre los hierros retorcidos y las astillas de las maderas del vagón. El hombre presentaba fracturas múltiples de piernas y brazos, con quebradura expuesta en uno de sus brazos y en su pierna. El hombre aún estaba vivo, pero no se sabe si continuó con vida cuando se lo llevaron al hospital. Después se continuó con buscar al maquinista y su ayudante, pero las expectativas no eran buenas… la cabina y parte delantera de la 5780 habían desaparecido contra el Vagón del Cinta del Plata. Entre 3 hombres del Destacamento, forcejearon la puerta lateral derecha que al ceder mostró más una escena de Milagro que la de una tragedia: El maquinista y su ayudante estaban de pié aferrados contra el mamparo posterior de la cabina ilesos completamente. Lo que explicaron en su momento, fue que al ver el Cinta del Plata (recordemos que el día era despejado y la visibilidad buena), el maquinista fue “tocando los frenos”, porque sabía que chocarían debido a la pendiente que bajaban, de modo que trataron de embestir el último vagón a menor velocidad posible; al tiempo claro, que se prepararon para la colisión. Lo mas insólito fue que cuando el maquinista, ahora fuera de la locomotora, vio el panorama cayó al piso desmayado. Andrada recuerda hacer un torniquete a una joven mujer de mediana edad, en la muñeca porque al momento de la colisión llevaba su brazo fuera de la ventanilla, cuyo vidrio se destrozó en el choque. Andrada (quien tomó la fotografía del último vagón del Cinta del Plata sobre la locomotora), recuerda que el 1º Guarda, que también colaboró en el socorro a las víctimas, le dijo a ella que si no hubiese dicho a los demás pasajeros que vayan a vagones delanteros del tren “esto hubiese sido una masacre”.
Por su parte, horas más tarde mientras llegaban los obreros ferroviarios a despejar las vías; la Policía ahora tenía otra ocupación: buscar al jefe de la estación de Tortuguitas y detenerlo, ya que al momento d la colisión se dio a la fuga. Una semana después, recuerda Andrada, fue apresado y se le confiscó una suma de dinero, que coincidía con el faltante en las boleterías de la estación de Tortuguitas, y que fuese robado el día del accidente.

Material enviado por Juan Manuel Iglesias de Grand Bourg, Hugo Rivadeneira de Hurlingham y Oscar Casado de José C. Paz. Gracias amigos.
Fuente: Clarín (texto y fotos)

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